Romper el silencio para fortalecerse y superar el dolor

Dominique Francoise Gisele Picard lleva más de 20 años acompañando y fortaleciendo la resiliencia a niños y adultos que han vivido situaciones dramáticas como abusos sexuales o represión política.

¿Es posible volver a vivir, a amar la vida, tras vivir una tragedia? Según la resiliencia, el ser humano puedo reponerse, seguir adelante, luchar por ponerse en pie y comenzar de nuevo. Con este término, la psicología se refiere a la capacidad de las personas para sobreponerse a un trauma, a un fuerte dolor emocional…

Dominique Francoise Gisele Picard sabe mucho de esto. Esta especialista en psicología clínica sistémica, licenciada en educación y derechos humanos, acompaña en ese proceso de fortalecimiento interior a niños, adolescentes y adultos que han vivido en sus cuerpos y almas grandes niveles de violencia física, psicológica o sexual en Francia, Perú y Bolivia. Su experiencia profesional suma un total de 23 años, formándose de la mano del padre de la resiliencia en Europa, el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik.

Dominique vive en Bolivia desde hace más de una década, en la ciudad de El Alto. Sus múltiples investigaciones y publicaciones, y sobre todo su experiencia profesional con personas que han vivido duras vivencias, le permiten ser una conferenciante invitada en múltiples foros y talleres. El último de ellos,  tuvo lugar el pasado sábado en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra, organizado por CPM&B. Gestión y Talento, al cual tuve la fortuna de asistir, pudiendo charlar con ella y entrevistarla.

Realmente la profundidad de sus relatos, supera con creces el nivel académico, porque en sus palabras hay sabiduría al tratar durante décadas con personas a las que la vida les ha arrebatado todo en unos instantes: niñas víctimas de abusos sexuales, niños combatientes, niños que han sido abandonados por sus familias, refugiados políticos, “Víctimas del Octubre Negro”…

Dominique Francoise Gisele en un momento del taller, leyendo el libro «El patito feo», que es un ejemplo de resiliencia y superación.

Esta terapeuta asegura que “el primer paso para que la víctima deje de sentirse víctima es que rompa el silencio”, para ello tiene que sentirse estimulada y con confianza. Y pone como ejemplo uno de los últimos casos con los que ha trabajado: “¿Cómo ayudar a una niña de cinco años abusada sexualmente por su tío, que la deja tirada en el campo, creyendo que estaba muerta? Realmente el proceso de acompañamiento terapéutico es conseguir resiliencia, lograr que la niña se fortalezca, para que confirme la denuncia y tenga el valor de enfrentar a un tribunal. Ese paso demuestra que algo en el interior de esa pequeña le da el valor de acudir y enfrentar la acusación, frente al agresor”, asegura esta experta en psicología clínica.

Este ejemplo es un caso de violencia extrema del total de 100 que le son designados anualmente, realizando acompañamiento y la ayuda necesaria para que “se tengan las pruebas necesarias y se consiga que el agresor se someta a sentencia”.

En el taller impartido por esta experta en resiliencia, los participantes contaron sus experiencias y constituyeron una red con el hilo de un ovillo de lana, como una metáfora de que la resiliencia debe ser comunitaria. Uno necesita de los demás para superar un trauma.

Es esperanzador confiar en el proceso de resiliencia de los seres humanos, para apostar con fuerza y tener la fe para ayudar en ese camino de recuperación. Esta es la vocación de Dominique, que confiesa que todas las personas con esta inclinación profesional no la realizan por casualidad. “En mi caso he tenido una historia de vida muy difícil. A veces vivimos situaciones muy complicadas y debemos aprender a sobrellevarlas y luego ayudar a otros a superarlas”, confiesa.

El estudio de la resiliencia, los factores que la propician, el conocimiento de historias personales marcadas por la tragedia en la infancia y cómo han logrado a través de determinadas actitudes o habilidades construir una historia de éxito, es muy importante. Permite que educadores e instituciones conozcan las claves para “recuperar” o ayudar a “reconstruir” identidades rotas por el dolor, que no saben dónde apoyarse para construir un futuro.

Este fue el caso del neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik, que vive el drama de ser huérfano cuando era un niño, y su infancia está marcada por campos de concentración, muerte de su familia y un deambular por orfanatos. De ahí que ahora ponga su dolor, su experiencia, al servicio de ayudar, dar luz para que investigadores, expertos en psicología, profesores, educadores sepan ayudar y fomentar capacidades de resiliencia a los propios afectados.

Y en ese mismo camino de ayudar a otros a ser resilientes está Dominique Francoise Gisele Picard, que considera que “el proceso de resiliencia puede comenzar a cualquier edad y mucho mejor si implantamos esa semilla en la niñez”. Pero también puede darse en ancianos, porque se trata de un proceso que no es lineal. Una persona que aparentemente ha superado un trauma puede caer de nuevo.

“Dentro de nosotros está escondido un patito feo, que nos hace revivir las situaciones negativas que hemos vivido o los insultos que nos han dicho. Cuando ese patito feo sale, nos descalificamos a nosotros mismos y cae el proceso de resiliencia”, asegura, explicando así que se pueden producir recaídas en niños o adultos que aparentemente han salido delante de una situación de violencia.

 Gracias al afecto y el cariño “el universo feo, sucio y violento sea integrado en la memoria íntima”. Así, por ejemplo, en el caso de niños que han sido abandonados y experimentan la violencia de vivir en calle o han experimentado graves traumas, “las claves para que se reconstruyan serán tanto el afecto como la pertenencia cultural, sentir que pertenecen a la sociedad. La música, la escritura, el teatro, la danza y cualquier manifestación artística contribuyen a que la persona que ha sufrido un trauma se comunique y pongan paz a su mundo interior, reconciliándose con el exterior. “No puede haber recuperación si la persona no hace las paces con el exterior”.

Rosa Castro Cavero